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La atención bajo el régimen del salario

Autor: Pedro José Guédez Giménez

  02/12/2025      6 visualizaciones

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"El dinero y la necesidad de mantener un salario pueden generar una "economía del miedo" que consume la atención de las personas".

Simone Weil


Este enunciado de Simone Weil fue escrito hace casi cien años, pero su vigencia es sorprendente. La autora sabía bien lo que significaba ser una asalariada: no solo dio clases en un colegio de secundaria, sino que también trabajó de jornalera en una granja y como obrera en una fábrica. Sus palabras no nacieron del mero ejercicio intelectual, sino de la experiencia directa del esfuerzo físico y de la explotación laboral. Por eso, cuando salió en defensa de los oprimidos, lo hizo con la autoridad de quien conoció de primera mano la dureza del trabajo precarizado.

Hoy, sin embargo, cabe preguntarse quién defiende realmente los derechos de los asalariados. Los sindicatos ya no están representados por aquellos idealistas que entregaban su vida por los trabajadores; en muchos casos, se han transformado en estructuras burocráticas que negocian primero su conveniencia con los empresarios o gobiernos de turno. En este escenario, los trabajadores dependen exclusivamente de su rendimiento, no para obtener mejoras económicas, sino simplemente para mantenerse en nómina.

La idea de que el dinero y la necesidad de conservar un salario generan una “economía del miedo” expresa una de las tensiones más profundas de la vida contemporánea. Cuando la supervivencia depende casi por completo del ingreso mensual, la atención se consume en asegurar ese sustento: se teme perder el empleo, no poder sostener a la familia o incumplir las expectativas del mercado. Esa presión constante limita la libertad interior, debilita la reflexión crítica y nos hace más susceptibles a aceptar condiciones injustas con tal de preservar una estabilidad mínima. Lo urgente termina por eclipsar lo importante.

En una sociedad dominada por este miedo económico, no solo se precariza el trabajo: también se empobrece la vida interior. La angustia de perder el salario lleva a muchos a aferrarse a empleos donde se sienten explotados y a buscar alternativas paralelas para sobrevivir. Así, el miedo no solo organiza la economía externa, sino también la economía emocional de las personas, administrando sus energías y restringiendo su capacidad de imaginar formas de vida más humanas, dignas y justas.